Mediodía. Pese a las nubes se hace difícil caminar por el paseo marítimo de Marbella. Los desplazamientos en coche por la ciudad se hacen también más penosos habida cuenta de una mayor densidad de tráfico que ha ido in crescendo desde comienzos de semana. Propietarios de algunos de los ‘beach’ más codiciados del momento aseguran que sus clientes descorchan las botellas Magnum de champagne en las hamacas situadas en la piscina con una alegría similar a si brillara el sol en todo su esplendor. Pero que nadie se engañe. Esta afluencia de visitantes no encuentra fiel reflejo en los libros de ocupación de la planta hotelera marbellí que, según la patronal que la aglutina, vive una Semana Santa un tanto atípica. ¿Cómo se explica entonces tanto bullicio? «Muchísima de esta gente tiene aquí su segunda residencia y si la tienen cerrada durante todo el año aprovechan los días de Semana Santa para escaparse y arreglar la casa cara al verano», explica el presidente de la Asociación de la pequeña y Mediana Empresa de Marbella (Apymem), José Sánchez Otero. El empresario estima que en todo caso son los restaurantes, bares y terrazas los que sacan tajada. Porque desde luego los establecimientos de Marbella viven su particular calvario.
Según el presidente de la Asociación de Empresarios Hoteleros de la Costa del Sol (Aehcos), José Carlos Escribano, la ocupación general del municipio se ve más castigada que en el resto de localidades de la costa por el peso que en este periodo vacacional juega el visitante nacional en la ciudad. «En Semana Santa es el turista español el que marca la diferencia y en esta Semana Santa no reacciona», explica el líder de la patronal. «Está claro que el tiempo no está ayudando, pero sin duda la situación es un reflejo de la actual coyuntura económica», añade Escribano.
En los círculos especializados siempre se ha dicho que la Semana Santa es el termómetro que marca la marcha del sector turístico en la próxima temporada alta. Las primeras observaciones apuntan a que el mercado nacional, que es el principal cliente de estas primeras vacaciones del año, muestra claros síntomas de estar convaleciente de una crisis económica. Los hosteleros leen entre líneas y aseguran que las duras medidas económicas que se están tomando hace que las familias reduzcan su presupuesto para las vacaciones. La siguiente pregunta es evidente. ¿Significa esto que peligra la ocupación cara al verano? El sector se muestra cauto, pero no guarda silencio. Escribano asegura que el escenario no se tiene por qué trasladar al verano e incide en el papel determinante que juegan en Marbella los mercados internacionales en temporada alta. «Estos datos son una llamada de atención, pero la ciudad tiene capacidad para darles la vuelta», argumenta.
Villas reservadas
Si por ejemplo se hecha un vistazo en el departamento de reservas del Hotel Marbella Club se pueden comprender mejor las palabras del líder de la patronal. La ocupación de este establecimiento de cinco estrellas para julio y agosto ronda ya el 30 por ciento. Mientras que las villas, que son las estancias más caras, se las rifan estadounidenses, canadienses, portugueses y rusos. Para el 21 de julio están reservadas ya 11 de las 14 villas de lujo del establecimiento. Y eso que el precio no es precisamente de saldo. Pasar la noche en una de estas lujosas casas cuesta la friolera de entre 3.000 y 4.700 euros. «Para nosotros no vale la frase de que la Semana Santa es el termómetro del verano» apuntan desde el hotel. Se explican con cifras. «Este Sábado Santo, incluso con el riesgo de precipitaciones, estamos en un 59 por ciento de ocupación, pero sin embargo para este próximo martes subimos hasta el 83 por ciento».
El sector atribuye este fenómeno a varios motivos, por supuesto por la bajada de precios que experimentan las habitaciones tras el paso del Resucitado, pero sobre todo al testigo que recoge el mercado europeo del nacional, ya que en países como en Francia o Inglaterra sus ciudadanos toman vacaciones a partir de esta próxima semana.
Los responsables hoteleros consultados por este periódico no caen en el desánimo y recuerdan que cuanto antes cae la Semana Santa, más bajos son los índice de ocupación que registran. «Para que le llueva en la playa, el turista prefiere que le diluvie en la montaña frente a una chimenea», aseguran.
Con las miras puestas ya en la temporada alta, los profesionales subrayan que la clave está en que los principales mercados extranjeros sean receptivos, una vez más, a la oferta de la Costa. Y por ahora, no pinta mal la cosa. Los operadores de Reino Unido, Alemania y Francia ya han confirmado crecimientos para el verano. A ello se suman otros mercados más minoritarios pero de gran repercusión como Rusia, país del que los touroperadores vaticinan para la Costa del Sol un incremento del 14%. Con igual intensidad se espera en Marbella al mercado árabe. Ya no derrochan como solían hacerlo en aquellos maravillosos años 80 y 90, pero este turismo sigue siendo apetecible para cualquier empresario de la ciudad. Con un alto poder adquisitivo, el árabe gasta cuanto quiere. Y así lo hizo durante el pasado mes de julio. La duda radica en saber qué ocurrirá este año cuando el Ramadán parta por la mitad sus vacaciones.